Interrumpida por la maternidad

*Photo by Lina Kivaka

Yo no era de las que jugaba con muñecas cuando era niña. Yo no soñaba con mecer a un bebé en mis brazos y ser mamá como lo hace mi hija.

No, yo jugaba con muñecas Barbie. Una muñeca que vestía un traje sastre y tacones y cargaba un maletín. Ese era mi sueño.

Tener una posición de liderazgo en mi trabajo donde era admirada por mis logros en el area laboral, por mi inteligencia. Arquitecto, tal ves Abogado…decidí ser Médico.

No hay nada de malo con el adquirir una carrera universitaria, una maestría, un doctorado, ni con trabajar, ni con buscar hacer el mejor trabajo posible (de hecho este es el mandato de Dios). Pero cuando el deseo es el ser admirada, creo que hay un peligro.

Y ese deseo de ser admirada se llama idolatría. Y mi problema es que no lo veo como tal. Vivimos en un mundo donde todos mostramos nuestras metas alcanzadas en público. Donde “si no lo publicas, no lo hiciste”.

Por fuera puedo verme como alguien a quien no le importan estas cosas. Mis cuentas de facebook e instagram están casi vacías. Ni siquiera tengo las aplicaciones en mi móbil.

Pero la tentación sigue ahí…puedo borrar miles de aplicaciones (y eso está bien si sientes convicción sobre esto, Marcos 9:47), pero si no confieso mi pecado y si no estoy consciente de mis tendencias hacia pecar específicamente de esta manera, voy a seguir cayendo. El enemigo es muy astuto y va a encontrar formas creativas en las cuales hacerme caer…y mi carne (mis propios deseos) si no los alineo con los deseos de Dios me van a llevar a buscar mi propia gloria y mi auto-promoción.

Amiga, si confiesas tu pecado, el es fiel y justo para perdonarte (1 Juan 1:9). Y hay maldad con el querer tener la gloria que solo le pertenece a Dios (Mateo 4:10).

Asi me he dado cuenta de mi idolatría, a través de la maternidad. Al no poder hacer lo que quiero todo el tiempo porque tengo a unas personitas que dependen de mi e interrumpen mi día constantemente.

Pero ahí es exactamente donde Dios hace su trabajo, en lo cotidiano, cuando dejo que Cristo crezca y que yo disminuya. Hay gran bendición al confiar en la soberanía de Dios en estos pequeños momentos y en servir con amor a aquellos que Dios me a dado para cuidar y discipular.

Así es que te animo a mirar hacia arriba cuando seas interrumpida por la maternidad y dejes que Dios te guíe y dé las fuerzas y sabiduría necesarias para cada momento. El nos las puede dar si se las pedimos.

“Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.” Santiago 1:5

Otros recursos relacionados:

El podcast de Aviva Nuestros Corazones: el mandamiento más importante.

Este artículo publicado por Coalición por el Evangelio es uno de mis favoritos: tu hijo es tu prójimo.

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